Ser una “caricia de Dios” para los pobres

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“¡Cómo quisiera una Iglesia pobre y para los pobres…!” fueron las primera palabras pronunciadas por el Papa Francisco después de su elección como Sucesor de Pedro. A lo largo de estos meses de pontificado, el Santo Padre ha destacado la necesidad de escuchar el grito de los pobres. En la Evangelii Gaudium escribió al respecto: “Cada cristiano y cada comunidad están llamados a ser instrumentos de Dios para la liberación y promoción de los pobres […]; esto supone que seamos dóciles y atentos para escuchar el clamor del pobre y socorrerlo” (n.º 187). En otra parte resaltó que “existe un vínculo inseparable entre nuestra fe y los pobres” (n.º 48). Según el Papa Bergoglio tenemos que meditar a menudo el capítulo 25 del Evangelio de San Mateo donde Cristo, al hablar del juicio universal, dice: “Tuve hambre y me disteis de comer, tuve sed y me disteis de beber, fui forastero y me hospedasteis, estuve desnudo y me vestisteis, enfermo y me visitasteis, en la cárcel y vinisteis a verme […]. En verdad os digo que cada vez que lo hicisteis con uno de estos, mis hermanos más pequeños, conmigo lo hicisteis” (Mt 25,35-36.40). En los pobres y los necesitados tocamos el Cuerpo que sufre de Cristo mismo: “Cada día – afirma el Santo Padre – estamos llamados todos a convertirnos en una «caricia de Dios» para aquellos que tal vez han olvidado las primeras caricias, que tal vez jamás en su vida han sentido una caricia…” (Discurso a los socios del Círculo de San Pedro, 31 de octubre de 2013).

En nuestra cultura, que a menudo desprecia a los pobres o los excluye, estas palabras resuenan como una amonestación y una provocación. Cuántas veces al día encontramos por las calles a los pobres y los necesitados que nos extienden la mano; les miramos, mantenemos quizás una cierta distancia, damos tal vez rápidamente alguna moneda, quizás sin mirar su rostro, sin cruzarnos con su mirada… El Papa Francisco nos invita a que, sin temor o prejuicio, echemos abajo toda barrera que nos separa de los pobres, que vayamos a su encuentro, que les miremos como hermanos que nos tienden la mano, que compartamos con ellos sus dolores y penas. Tenemos que aprender a encontrar a los pobres – dice el Papa – “lo importante no es mirarlos de lejos, o ayudarlos desde lejos. ¡No, no! Es ir al encuentro. ¡Eso es lo cristiano! Eso lo que nos enseña Jesús […].Necesitamos edificar, crear, construir, una cultura del encuentro…” (Videomensaje en la fiesta de San Cayetano, 7 de agosto de 2013).

Mensaje del Presidente


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