Ante la crisis económica actual, resultado de una crisis profunda de valores, es necesario un cambio de paradigma. En este punto, las mujeres tenemos la responsabilidad de actuar como agentes de cambio desde nuestros diferentes ámbitos. En la construcción  de esta nueva forma de ser profesional, es necesario integrar un conocimiento antropológico del ser femenino.

En la actualidad existen programas de estudios en distintas universidades y centros de todas las nacionalidades, generalmente sobre mujer y liderazgo. Desde nuestra opinión carecen de la profundidad necesaria, ya que se basan en políticas de igualdad y en fomentar el empoderamiento de la mujer. Creemos que esto no es lo que necesita ni la actual ni la futura mujer profesional.

La “creatividad de las minorías”, refiriéndose a los cristianos y a la Iglesia Católica que comentó en cierta ocasión el Papa Benedicto XVI es un buen acicate para desarrollar un plan de estudios (acciones concretas) que ayude a los universitarios/mujeres profesionales a conocer una verdadera concepción de la dignidad del trabajo y un redescubrimiento de la mujer…

El Cardenal Rylko, en el seminario “Dios confía el ser humano a la mujer” celebrado para conmemorar el 25º Aniversario de la carta apostólica Mulieris Dignitatem, destacó en sus conclusiones que este evento había sido un “laboratorio de esperanza”. Esperanza que no se debía guardar en un cajón sino que se debía manifestar en la continuación de proyectos e iniciativas que se presentaron, trabajando todos juntos, permaneciendo en contacto y en definitiva, estrechando lazos.

De la dignidad que solo Dios confiere a sus criaturas, varón y mujer, y de la misión de ésta habla con claridad el Papa Juan Pablo II en la MD 30:

Si la dignidad de la mujer testimonia el amor, que ella recibe para amar a su vez, el paradigma bíblico de la “mujer” parece desvelar también cuál es el verdadero orden del amor que constituye la verdadera vocación de la mujer misma. Se trata aquí de la vocación en su significado fundamental-podríamos decir universal-, que se concreta y se expresa después en las múltiples “vocaciones” de la mujer tanto en la Iglesia como en el mundo.

Así, cada una de nosotras, desde nuestros puestos de trabajo, ya sea como asalariadas o como empresarias en puestos medios o directivos, queremos manifestar esa vocación particular  para la que hemos sido creadas: Dios ha confiado el hombre a la mujer y a disponerse al don sincero de sí  misma a los demás, y de este modo encontrarse a sí misma.

El Cardenal Joseph Ratzinger, habla de una apasionada llamada de este magistral documento debido a que la deshumanización del progreso es una de las causas para despertar el “genio” de la mujer, su sensibilidad por el ser humano.

Insertar en el proceso de la formación universitaria, una visión de la mujer y en concreto de la mujer profesional, basada en la antropología cristiana y alimentada por las enseñanzas del magisterio de la Iglesia, se hace indispensable para: poder afrontar la realidad social, política y económica ejerciendo el don de sí, dar herramientas intelectuales y pacificadoras a las futuras generaciones que han de tomar las riendas en sus ambientes laborales y construir un nuevo mundo, cimentado en valores cristianos y armado de rigor académico.

Por lo tanto, se trata de animar a superar el feminismo radical, la ideología del género y el fomento del individualismo… tratando de trascender, comprender e interiorizar “la vocación de ser mujer”  que ha sido creada a imagen y semejanza de Dios.

El Papa Francisco, instaba a los jóvenes en la JMJ a ser protagonistas de su propia vida. Transmitir ésta idea desde la Universidad, realmente es un reto atractivo y a la vez valiente, ya que las ideologías actuales, como la de género, el relativismo, el hiperactivismo… que impregnan cualquier escenario de la vida cotidiana están en las mentes de nuestros jóvenes. 

Más información sobre la cátedra en: http://www.ucam.edu/universidad/catedras/catedra-de-la-mujer