Los 50 años del Concilio y el Jubileo de la Misericordia en el centro del encuentro con los responsables de los movimientos eclesiales

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El 23 de junio de 2015 tuvo lugar en Roma, en la Sala Pío XI del Palazzo San Calisto, el encuentro anual con los representantes de los movimientos eclesiales y las nuevas comunidades, a través del cual el Consejo Pontificio para los Laicos, al final de cada año laboral, hace un pequeño balance de las actividades realizadas y pone las bases para la prosecución de sus trabajos, escuchando sugerencias y propuestas que provienen de las realidades asociativas internacionales invitadas a dicho encuentro.

Este año fueron dos los temas que han servido de marco para este encuentro: “Cincuenta años después del decreto Apostolicam Actuositatem (18 de noviembre de 1965)” y “El Jubileo Extraordinario de la Misericordia convocado por el papa Francisco: ¿Cómo vivir como movimientos eclesiales y nuevas comunidades este kairós particular?”.

Participaron casi cuarenta realidades, con unos sesenta delegados, que se encontraron con los superiores y oficiales del Consejo Pontificio para los Laicos para reflexionar y analizar sus experiencias en relación a los argumentos propuestos.

Después de rezar juntos, tomó la palabra el cardenal Stanisław Ryłko, presidente del dicasterio, que recordó, ante todo, los abundantes frutos del III Congreso Mundial de los Movimientos eclesiales y nuevas Comunidades, que tuvo lugar en Roma del 20 al 22 de noviembre de 2014.

En particular, recordó las palabras que el papa Francisco pronunció en aquella ocasión, que pidió a todos que caminaran hacia la madurez eclesial siguiendo tres directrices esenciales en la vida de cada comunidad: la capacidad de mantener la frescura del carisma original mediante la renovación continua del “primer amor”; el cultivo de una pedagogía de la evangelización respetuosa de la libertad del otro, para que cada uno pueda progresar según su propio ritmo y no tenga que sentirse nunca descuidado o desechado; la importancia de la comunión como sello del Espíritu Santo: comunión en la comunidad  y fuera de ésta para poder ser “escuela de comunión” (cfr. Juan Pablo II, Novo Millennio Ineunte, N.º 43).

El cardenal Ryłko  recordó seguidamente el llamamiento que el Santo Padre hizo a los movimientos eclesiales con ocasión de los numerosos encuentros que tuvo con muchos de ellos, a las verdades fundamentales de la fe, que incumben a todos, como fieles individuales y como comunidad, como también la invitación a vivir como personas descentradas, porque – como recordó el presidente del Consejo Pontificio para los Laicos, los carismas son caminos diferentes pero convergentes, todos se dirigen a un único centro, que es Jesucristo.

Recordando las palabras del Papa de no dejarse vencer por el cansancio, de no convertirse en autorreferenciales y de ser cada vez más capaces de mantener vivo y ardiente el fuego del carisma, sin petrificarlo, el cardenal Ryłko subrayó la necesidad de una constante conversión personal y comunitaria. Concluyó esta parte del discurso de introducción pidiendo a todos a que se refirieran a estas indicaciones del papa Francisco y las tomaran como brújula para orientar el camino y regular las bases, para que la belleza de los carisma siempre pueda brillar en la Iglesia y el mundo.

Siguieron algunas intervenciones de las personas que participaron en el encuentro; recordaron y agradecieron la iniciativa del Congreso Mundial del pasado año y subrayaron algunos de los temas fundamentales esperando que éstos puedan seguir desarrollándose en el futuro dentro de las comunidades, donde se puedan profundizar y puedan madurar. El presidente continuó con su discurso recordando el 50º aniversario de la promulgación del decreto conciliar sobre el apostolado de los laicos Apostolicam Actuositatem (18 de noviembre de 2015).

El cardenal Ryłko dio testimonio del clima de los años del Concilio Vaticano II, contando cómo siendo seminarista de la diócesis de Cracovia vivió su “iniciación conciliar” gracias a cómo el arzobispo de entonces de aquella ciudad, Karol Wojtyła lo compartía con toda diócesis cada vez que volvía de Roma después de las sesiones del Concilio, en el que participaba.

Recordó cómo Juan Pablo II consideraba, en modo acertado, que todos éramos deudores del Concilio Vaticano II y que teníamos que darle gracias a Dios por haber inspirado a través de él un nuevo Pentecostés en la Iglesia, de la que los movimientos eclesiales y las nuevas comunidades son uno de los frutos más hermosos.

Pero para corresponder a este inmenso don – dijo el cardenal – tenemos el deber de vivir el Concilio y llevarlo a su realización en la Iglesia, pues hay algunos aspectos que aún no se han comprendido y vivido plenamente y otros que aún se tienen que descubrir y valorizar, como es el mensaje sobre la importancia y belleza de ser cristianos en el sentido más profundo, tal como lo podemos leer en la Lumen Gentium y en otros documentos conciliares.

Por ello es necesario preguntarse: “¿En qué punto estamos hoy con respecto al Concilio Vaticano II?” Tenemos que preguntárnoslo como fieles individuales, como comunidad, como Iglesia. Por ello, el Consejo Pontificio para los Laicos ha promovido una jornada de estudio en colaboración con la Pontificia Universidad de la Santa Cruz, que tendrá lugar en el mes de noviembre de 2015.

Muchos delegados de las realidades asociativas presentes intervinieron también en relación a este punto, subrayando la necesidad para los movimientos eclesiales y nuevas comunidades de que tomen en cuenta estas valiosas enseñanzas conciliares y vuelvan a descubrir con gratitud el profundo significado en la vida de todos los fieles laicos y, en particular, de los que están comprometidos en los contextos comunitarios, que se deberían mostrar hoy capaces de generar sujetos adultos, capaces de entregar su fe madura en los contextos seculares en los que están llamados a vivir y realizar su propia y específica vocación y misión.

El tercer momento del discurso que pronunció el cardenal Ryłko estuvo centrado en la gran ocasión que para los movimientos eclesiales y las nuevas comunidades constituye la convocación del Jubileo Extraordinario de la Misericordia, que tendrá lugar del 8 de diciembre de 2015 al 20 de noviembre de 2016.

Al respecto, se recordó cómo el papa Francisco considera que lo que vivimos hoy es un tiempo propicio para el mensaje de la misericordia de Dios y cómo esto forma parte del núcleo esencial de nuestra fe que, en el contexto del mundo actual, estamos llamados a redescubrir y vivir con radicalidad.

Lo que se abrirá en diciembre será, pues, un tiempo en el cual nos podemos dejar tocar y transformar por la Divina Misericordia, porque, como decía Juan Pablo II (cfr. Carta encíclica Dives in Misericordia, 30 de noviembre de 1980), la conversión nace del encuentro con el amor misericordioso de Dios; a esta conversión nos invita hoy el papa Francisco, porque la misericordia de Dios puede salvar al hombre y el mundo de hoy; el hombre se salva en el encuentro con Jesús, que es todo misericordia.

El cardenal Ryłko recordó al respecto el memorable discurso del papa Francisco dirigido a los participantes del encuentro con el movimiento de Comunión y Liberación el 7 de marzo de 2015, en el que el Santo Padre subrayó un mensaje fundamental para todos los movimientos eclesiales y nuevas comunidades, es decir de cómo la fe nace del encuentro con la persona de Jesús y que «no se puede comprender esta dinámica del encuentro que suscita el estupor y la adhesión sin la misericordia. Sólo quien ha sido acariciado por la ternura de la misericordia conoce verdaderamente al Señor. El lugar privilegiado del encuentro es la caricia de la misericordia de Jesucristo a mi pecado. Y por eso, algunas veces, me habéis oído decir que el puesto, el lugar privilegiado del encuentro con Jesucristo es mi pecado. Gracias a este abrazo de misericordia vienen ganas de responder y cambiar, y puede brotar una vida diversa».

Según el cardenal Ryłko, en este momento de graves dificultades para el hombre, el redescubrir la Divina Misericordia, el ser sus siervos y apóstoles significa redescubrir lo esencial de nuestra fe y convertirse profundamente.

Por ello, el presidente del dicasterio invitó a todos los presentes y a las respectivas comunidades de pertenencia a reflexionar profundamente sobre este mensaje, a sentirse interpelados personalmente, a contribuir y proponer signos concretos para que el mensaje de la Divina Misericordia se descubra, se profundice, valorice, celebre y anuncie y se dé testimonio de él.

A continuación tomaron la palabra muchos de los presentes, agradecieron y anunciaron que realmente quieren realizar juntos iniciativas concretas para celebrar con gratitud este año jubilar.

Como conclusión del encuentro tomó la palabra el obispo Mons. Josef Clemens, secretario del Consejo Pontificio para los Laicos, y recordó las actividades que el dicasterio desarrolló durante este año. Expuso a continuación las iniciativas futuras en las que se está trabajando, como es la JMJ de Cracovia del próximo año, un nuevo seminario de estudio sobre las mujeres y el trabajo, y la mencionada jornada de estudio sobre el decreto conciliar Apostolicam Actuositatem.

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