En los dos primeros meses del año 2012, el Consejo Pontificio para los Laicos acogió a los obispos de los Estados Unidos en visita ad limina Apostolorum provenientes de Delaware, Distrito de Columbia, Maryland, Virgin Islands, Virginia y West Virginia, Alabama, Kentucky, Louisiana, Mississippi, Tennessee, Illinois, Wisconsin, Indiana, como también a los obispos del Ordinariato Militar. Todos los obispos destacaron la generosidad de los fieles laicos comprometidos en el apostolado y en tantas cuestiones sociales. Los fieles laicos ya están asumiendo tareas importantes en la administración y en la vida de las comunidades cristianas.
Entre los desafíos más urgentes encontramos las dificultades ligadas a la disminución de la participación en la vida sacramental y a la afluencia de los inmigrantes, en su mayoría hispanos. Se trata de nuevos fieles que, aunque por un lado dan nueva vitalidad a las comunidades cristianas, por otro lado, debido a una fe no siempre madura, están expuestos a la propaganda de las sectas y al nomadismo religioso. En todo caso, el nivel de la formación cristiana no se adecua, en general, a la cualificación profesional, por lo que la secularización y el consumismo encuentran un terreno fértil. La Iglesia americana intenta responder multiplicando las propuestas de formación a todos los niveles. Se han realizado considerables esfuerzos para llegar a los laicos a través de los medios de comunicación de masas, las nuevas tecnologías y las redes sociales, pero también directamente en las plazas y calles de las ciudades.
Una red de asociaciones se dedica a la formación y al apoyo de las familias, y las asociaciones juveniles son muy activas. En algunas diócesis se siente la necesidad de ofrecer una mejor posibilidad de inserción a los movimientos eclesiales y nuevas comunidades, pero, en general, las “nuevas irrupciones del Espíritu”, como las definía el cardenal Ratzinger, son bien acogidas como dones de Dios para la Iglesia de América, que, por cierto, es tierra natal de algunas importantes asociaciones laicales, como los Knights of Columbus y la Renovación Carismática Católica. Algunos obispos constataron también con satisfacción la existencia, en el seno de nuestro dicasterio, de la sección dedicada al deporte, signo de la solicitud de la Iglesia para con un ambiente al cual hay que devolver su dimensión ética y educativa, sustrayéndolo de las lógicas del provecho y el fanatismo.
El Card. Ryłko y Mons. Clemens expresaron su reconocimiento a los esfuerzos realizados por los obispos y les exhortaron a motivar a sus sacerdotes para que no cedan al desánimo, sino que incrementen su compromiso en la formación de los fieles. Los fieles laicos, de hecho, necesitan poner de nuevo a Dios en el centro de sus vidas y redescubrir su identidad cristiana; por ello, es necesario ofrecer una minuciosa iniciación cristiana. Además, el cardenal exhortó a los obispos a que prestaran una particular atención a los jóvenes, como también a las asociaciones y los movimientos, para quienes el presidente del dicasterio pide que se les conceda el espacio de libertad necesario para el desarrollo de sus carismas, cuidando al mismo tiempo que se integren en modo armónico en el tejido de la Iglesia local. Por último, llamó la atención de los obispos sobre el riesgo de clericalización de los laicos, pues hay que vigilar que se respete la distinción de los roles entre ministros ordenados y los fieles laicos, para no desfigurar su “índole secular”.
Los obispos americanos expresaron su alegría y gratitud por las Jornadas Mundiales de la Juventud, que dan cada vez un nuevo impulso a la pastoral juvenil y despiertan tantas vocaciones. Con respecto a la última JMJ de Madrid, recordaron la experiencia de la belleza de la fe y de una Iglesia amiga y guía que hicieron sus jóvenes. Don Eric Jacquinet, responsable de la Sección Jóvenes de nuestro dicasterio, expresó su gratitud y satisfacción por la nutrida participación de jóvenes americanos en la JMJ e ilustró los preparativos para la JMJ de Río en el año 2013; destacó, por último, la importancia de los mensajes para la Jornada Mundial de la Juventud que el papa Benedicto XVI dirige cada año a los jóvenes, no sólo como instrumento extraordinario para la preparación del evento, sino, sobre todo, como una orientación segura para los Pastores ante la “emergencia educativa”.