Memoria, valor, esperanza para el futuro

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La noche pasó tranquila en el Campus Misericordiae donde ayer por la tarde participaron más de un millón de jóvenes en la vigilia de oración con el papa Francisco. Al amanecer, el Campus se despertó con la oración del Laudes y la exhibición musical de numerosos artistas.

El Papa llegó a las 8:45 al Campus Misericordiae y, como primer acto, bendijo el nuevo edificio de la Cáritas que se encuentra aquí y que se inauguró hace unos meses. El Santo Padre inició a continuación, entre el gran entusiasmo de los jóvenes, la vuelta por todos los sectores del Campus con el papamóvil.

A las 10 inicia la santa misa con el saludo del cardenal Stanisław Dziwisz, arzobispo de Cracovia: “Han estado en vigilia toda la noche, se han reunido para dar testimonio de la alegría del Evangelio”, inició el cardenal, refiriéndose a las vastas multitudes de jóvenes, provenientes de 187 países, que llenan el área de la celebración eucarística. “Han compartido entre ellos y entre todos nosotros el entusiasmo de la fe, la oscuridad del mal y el sufrimiento. Han compartido la fe y abren el horizonte de la esperanza, que muestra el camino del amor y el servicio, camino que conduce a la vida. En este lugar, junto a ti, están unidos a nosotros de todas parte del mundo. Y en medio de nosotros está Jesucristo, el Salvador del hombre; sólo él tiene palabras de vida eterna”.

“Bienaventurados los misericordiosos, porque ellos alcanzarán misericordia”. A través de la aventura de Zaqueo, contada en el Evangelio, el papa Francisco desarrolla en la homilía el tema de esta XXXI Jornada Mundial de la Juventud para alertar de tres obstáculos que hay que enfrentar para encontrar a Jesús. El primero es la “baja estatura”. “Dios cuenta contigo por lo que eres, no por lo que tienes: ante él, nada vale la ropa que llevas o el teléfono móvil que utilizas; no le importa si vas a la moda, le importas tú, tal como eres. A sus ojos, vales, y lo que vales no tiene precio”. “Zaqueo no conseguía ver al Maestro, porque era bajo”, recordó Francisco. “También nosotros podemos hoy caer en el peligro de quedarnos lejos de Jesús porque no nos sentimos a la altura, porque tenemos una baja consideración de nosotros mismos. Esta es una gran tentación, que no sólo tiene que ver con la autoestima, sino que afecta también la fe”.

“Cuando en la vida sucede que apuntamos bajo en vez de a lo alto, nos puede ser de ayuda esta gran verdad: Dios es fiel en su amor, y hasta obstinado”.

“Zaqueo tenía un segundo obstáculo en el camino del encuentro con Jesús: la vergüenza paralizante”. El Papa se lo explicó a los jóvenes, empatizándose con el Evangelio escogido como guía en la homilía: “Zaqueo  - recordó Francisco – era un personaje público; sabía que, al intentar subir al árbol, haría el ridículo delante de todos, él, un jefe, un hombre de poder, pero muy odiado. Pero superó la vergüenza, porque la atracción de Jesús era más fuerte”. “Habréis experimentado lo que sucede cuando una persona se siente tan atraída por otra que se enamora – refiriéndose a la vida cotidiana de los jóvenes - : entonces sucede que se hacen de buena gana cosas que nunca se habrían hecho. Algo similar ocurrió en el corazón de Zaqueo, cuando sintió que Jesús era de tal manera importante que habría hecho cualquier cosa por él”. Zaqueo, con otras palabras, “se arriesgó y actuó. Esto es también para nosotros el secreto de la alegría: no apagar la buena curiosidad, sino participar, porque la vida no hay que encerrarla en un cajón”.

Pero, “hay un tercer obstáculo que Zaqueo tuvo que enfrentar, ya no en su interior sino a su alrededor. Es la multitud que murmura, que primero lo bloqueó y luego lo criticó: Jesús no tenía que entrar en su casa, en la casa de un pecador. Qué difícil es acoger realmente a Jesús, qué duro es aceptar  a un ‘Dios, rico en misericordia’”. Por ello la referencia a la vida concreta de los jóvenes, casi como una profecía: “Puede que os bloqueen, tratando de haceros creer que Dios es distante, rígido y poco sensible, bueno con los buenos y malo con los malos. En cambio, nuestro Padre ‘hace salir su sol sobre malos y buenos’, y nos invita al valor verdadero: ser más fuertes que el mal amando a todos, incluso a los enemigos. Puede que se rían de vosotros, porque creéis en la fuerza mansa y humilde de la misericordia. No tengáis miedo, pensad en cambio en las palabras de estos días: ‘Bienaventurados los misericordiosos, porque ellos alcanzarán misericordia’. Puede que os juzguen – continuó Francisco – como unos soñadores, porque creéis en una nueva humanidad, que no acepta el odio entre los pueblos, ni ve las fronteras de los países como una barrera y custodia las propias tradiciones sin egoísmo y resentimiento. No os desaniméis: con vuestra sonrisa y vuestros brazos abiertos predicáis la esperanza y sois una bendición para la única familia humana, tan bien representada por vosotros aquí”.

“La Jornada Mundial de la Juventud, podríamos decir, comienza hoy y continúa mañana, en casa, porque es allí donde Jesús quiere encontrarnos a partir de ahora”. El papa Francisco, al final de la homilía en el Campus Misericordiae, vinculó este evento extraordinario con el día a día de la vida de los jóvenes. “El Señor no quiere quedarse solamente en esta hermosa ciudad o en los recuerdos entrañables, sino que quiere venir a tu casa, vivir tu vida cotidiana: el estudio y los primeros años de trabajo, las amistades y los afectos, los proyectos y los sueños. Cómo le gusta que todo esto se lo llevemos en la oración – exclamó Francisco –. Él espera que, entre tantos contactos y chats de cada día, el primer puesto lo ocupe el hilo de oro de la oración. Cuánto desea que su Palabra hable a cada una de tus jornadas, que su Evangelio sea tuyo, y se convierta en tu «navegador» en el camino de la vida”.

“Ante usted hay una multitud de jóvenes, llegados de los lugares más remotos del planeta. Es una imagen muy hermosa de la Iglesia joven, llena de alegría y entusiasmo misionero”, este es el saludo que dirigió al Papa el cardenal Stanisław Ryłko, presidente del Consejo Pontificio para los Laicos, al final de la misa en el Campus Misericordiae. “Aquí en Cracovia – continuó el cardenal – hemos vivido días estupendos e inolvidables. Esta JMJ ha hecho que descubramos la misericordia como el corazón del Evangelio y el cristianismo que late, porque el cristianismo y la misericordia son una misma cosa”, exclamó Ryłko, citando a continuación las palabras de Juan Pablo II, pronunciadas en el mes de agosto de 2002, durante la inauguración del Santuario de Jesús Misericordioso, precisamente aquí en Cracovia: “En la misericordia de Dios el mundo encontrará la paz, y el hombre, la felicidad”.

“La Providencia de Dios siempre nos precede. Pensad que ya ha decidido cuál será la próxima etapa de esta gran peregrinación iniciada por san Juan Pablo II en 1985. Y por eso os anuncio con alegría que la próxima Jornada Mundial de la Juventud – después de las dos de ámbito diocesano – será en 2019 en Panamá. Invito a los obispos de Panamá a que se acerquen, para impartir conmigo la bendición”. Con estas palabras el Papa anunció, durante la oración del Ángelus, la próxima cita mundial con los jóvenes, y saludó a los jóvenes concluyendo la celebración.

Ese mismo día hubo otros encuentros con el Santo Padre. A las 16.15, mientras la multitud delante del arzobispado aclamabaal Papa, impávida bajo la lluvia, durante casi una hora, el Santo Padre se asomó por sorpresa y por cuarta vez por la ventana de Juan Pablo II. “Muchas gracias por esta compañía, por este acercarse a despedirme.Muchas gracias por la calurosa acogida de estos días”, eran sus palabras. “Y ahora, antes de irme, les quiero dar la bendición”, continuó hablando en español. “Pero también les quiero pedir que no se olviden de rezar por mí. Recemos juntos a la Virgen, cada uno en su lengua”, y rezaron el Ave María.

Por último, el encuentro con los más de 17.000 voluntarios que trabajaron por el éxito de esta JMJ, que tuvo lugar en la Arena Tauron de Cracovia. El Papa escuchó los testimonios de algunos de ellos y habló espontáneamente en español, dejando de lado las hojas del discurso oficial y haciendo, en cambio, una síntesis del camino que recorrió junto a los jóvenes aquí en Cracovia. En las “palabras principales” – que el Papa hizo repetir varias veces a los presentes – están el mensaje de toda la JMJ: “Memoria, memoria del pasado;coraje para el presente, que se convierte en esperanza, en esperanza para el futuro”.

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