Kiev, encrucijada de esperanza y de renovado empuje misi onero
En Kiev, lugar del bautismo de la antigua Rus, el Consejo Pontificio para los Laicos reunió, por primera vez, a aproximadamente 300 personas provenientes de 14 países de la ex Unión Soviética, acompañados de sus respectivos pastores, junto con miembros de asociaciones y movimientos eclesiales que trabajan en aquella zona geográfica, como también representantes de organizaciones católicas que colaboran con las Iglesias del Este europeo y miembros de otras Iglesias y Comunidades eclesiales.
Aunque incluyamos el Congreso de Kiev en el marco de congresos regionales y continentales ya organizados por el Consejo Pontificio para los Laicos en Asia, Oceanía, Centroamérica, África, Europa y en el Oriente Medio, ésta es una iniciativa absolutamente nueva que, hasta hace poco, había sido impensable en países aplanados durante decenios por las represiones y la propaganda antirreligiosa, privados de la posibilidad de tener contacto y un intercambio de experiencias normales y estables con el resto del mundo cristiano.
Tiempo de esperanza y valentía
En la tarde del miércoles 8 de octubre pasado, el Nuncio de Bielorrusia, mons. Nikola Eterovicˇ, inauguró el Congreso leyendo el mensaje del Santo Padre, que, recordando el martirio, “la honda fisura que provocó una especie de asfixia en las comunidades cristianas del Este”, subrayó la nueva responsabilidad encomendada a los laicos, “de transmitir a las generaciones venideras el patrimonio de la fe cristiana”. “A vosotros, que fuisteis indómitos testigos de la fe en la época del sufrimiento y de la persecución, –destacó el Papa– en el tiempo de la reconquistada libertad religiosa, el Señor os pide que preparéis el terreno con vistas a un poderoso renacimiento de la Iglesia en vuestros países”. “Una ayuda muy valiosa a este respecto –prosiguió– la pueden brindar las asociaciones, los movimientos eclesiales y las nuevas comunidades, de cuya experiencia han surgido itinerarios pedagógicos fecundos y un impulso apostólico renovado”. Recordando cómo con el Concilio Vaticano II se redescubrió la responsabilidad de los laicos en la misión de la Iglesia, el Papa exhortó a los fieles laicos a hacer resplandecer la luz de Cristo en la vida personal, en todos los sectores en los que se opera a favor de la paz y por un orden social que respete la dignidad del hombre. “Para los laicos –agregó– éste es el tiempo de la esperanza y de la valentía”, exhortándoles a hacer de sus familias “auténticas Iglesias domésticas ” y de las parroquias “escuelas genuinas de oración y de vida cristiana”.
Además llegaron al Congreso mensajes de S. B. el cardenal Moussa Ignace Daoud, Prefecto de la Congregación para las Iglesias Orientales, y del cardenal Walter Kasper, Presidente del Consejo Pontificio para la promoción de la Unidad de los Cristianos, y del Presidente de la Ucrania Leonid Kucˇma. Después de la lectura del mensaje del Papa tuvo lugar la introducción del cardenal James Francis Stafford y a continuación las palabras de bienvenida de los cardenales Lubomyr Husar, arzobispo mayor de Lviv de los Ucranios, y Marian Jaworski, arzobispo de Lviv de los Latinos. En un clima de fiesta, a los saludos y presentaciones de las delegaciones le sucedieron cantos tradicionales ucranianos y cantos compuestos expresamente para festejar la visita de Juan Pablo II a la Ucrania en junio de 2001 como también el evento de este Congreso.
Llamados a la santidad
La primera jornada del jueves 9 de octubre, estuvo dedicada a los temas centrales de la misión del laicado, por medio de dos ponencias, una a cargo del arzobispo de Praga Miloslav Vlk (“La misión de la Iglesia al alba del tercer milenio”), la otra del arzobispo Stanisław Ryłko (“Seréis mis testigos: la hora del laicado”). Dando un testimonio conmovedor de los años de “laicado forzado” vividos durante el régimen comunista, el cardenal Vlk señaló con énfasis la persona de Cristo como “fuente de esperanza”, y subrayó la necesidad de abrazar a Cristo crucificado en el “sacramento del dolor”, para poder comprender, seguir y anunciar al Resucitado. Mons. Rylko esbozó la figura del laico y su misión, insistiendo en el carácter eclesial y de comunión de su testimonio, en el que se entrelazan la vocación y la misión, encontrando su fundamento más profundo en el Bautismo. Invitó a los laicos a tomar conciencia de su participación en “la triple misión de Cristo: la sacerdotal, la profética y la real. Para ser auténticos após- toles y testigos fidedignos de Cristo en el mundo, los cristianos están llamados a vivir una profunda unidad entre fe y vida, lo que vale decir: vivir la santidad”. En la tarde tuvo lugar una mesa redonda sobre el tema: “De las persecuciones a la libertad: ser cristianos hoy”, en la que hizo de moderador el moscovita Alexey Youdine. El hilo conductor de las intervenciones fue la constatación de un resurgimiento de Iglesia tímido y misterioso, pero plenamente real, que responde a los deseos y expectativas de la humanidad atormentada de aquellos países, a pesar de la pobreza y todo tipo de problemas y dificultades en que se encuentran las regiones de la ex Unión Soviética.
Los laicos en la Iglesia y la sociedad
El viernes 10 de octubre prosiguieron los trabajos de profundización de las modalidades de presencia de los laicos dentro de la Iglesia y la sociedad. Las dos ponencias de este día estuvieron a cargo del arzobispo de Moscú, mons. Tadeusz Kondrusiewicz (“La participación de los laicos en la vida de la comunidad parroquial: liturgia y sacramentos, anuncio del Evangelio, testimonio de la caridad”), y del profesor Guzmán Carriquiry (“Educar en la fe: la aportación de las asociaciones de los fieles y de los movimientos a la misión de la Iglesia”). Sobre la base del magisterio del Papa, mons. Kondrusiewicz presentó en forma analítica las tareas y el carisma de los laicos en el ministerio parroquial, apelando al sensus Ecclesiae, que debe constituir la savia de toda actividad. El prof. Carriquiry ofreció los criterios principales sobre los que se fundan los movimientos laicales (eclesialidad, síntesis entre fe y vida, encarnación del sacramento de la comunión, autenticidad católica, apertura a la gracia) invitando, en las huellas del Santo Padre, a “hacer de la Iglesia una casa y una escuela de comunión”; posteriormente introdujo los testimonios de algunos representantes de movimientos eclesiales invitados. En la tarde, Jean-François Thiry (Moscú) moderó la mesa redonda, que se centró en el tema “Apostolado de los laicos: prioridades y compromisos”, recogiendo numerosos testimonios de la experiencia misionera en el mundo del trabajo, de la escuela, de la familia y la sociedad.
Sangre de mártires y simiente de vida nueva
La jornada del sábado 11 de octubre se dedicó a dos temas fundamentales en la historia y vida de las comunidades cristianas de estos países: el martirio y la aspiración a la unidad. El primer testimonio, “La sangre de los mártires, simiente de vida nueva: los mártires de ayer interpelan a los cristianos de hoy”, lo dio el cardenal Kazimierz S´wia˛tek, arzobispo de Minsk y primado de la Iglesia católica bielorrusa. Narrando la propia historia (como veterano de los campos soviéticos, en los que transcurrió 10 años, del 1945 al 1954) y la historia de la propia Iglesia, depositó en los laicos la misión de dar enteramente testimonio de Cristo, misión que su generación cumplió por medio de la resistencia y la fidelidad a la Iglesia con el precio de la misma vida. La segunda intervención estuvo a cargo del P. Józef Maj, S.J., del Consejo Pontificio para la promoción de la Unidad de los Cristianos, que expuso esmerada y exhaustivamente el magisterio del Papa sobre el ecumenismo, subrayando entre otras cosas, que este tema no constituye un simple apéndice, sino que retorna una y otra vez en los textos más importantes del Papa como una de las dimensiones irrenunciables del cristianismo. Hizo un llamamiento al espíritu de oración como auténtica posibilidad expresiva y constructiva para poder dar los pasos necesarios formales en este campo. En la tarde, después de la mesa redonda dedicada al tema: “Los jóvenes, esperanza de la Iglesia y de los pueblos”, moderada por el profesor Viktor Kroul (Moscú), el cardenal James Francis Stafford tomó la palabra sacando las conclusiones de este Congreso; los laicos participantes, a su vez, leyeron un mensaje conclusivo del mismo.
Los trabajos del Congreso estuvieron marcados de un profundo clima de oración, en el que destacaron las celebraciones eucarísticas diarias en rito greco-malabar y en latino, presididas respectivamente por los cardenales Lubomyr Husar y Marian Jaworski y el arzobispo Tadeusz Kondrusiewicz. Momentos significativos fueron, por un lado, la Memoria litúrgica de los mártires presidida en rito bizantino por el cardenal Lubomyr Husar en la tarde del sábado 11 de octubre, y por otro, la celebración eucarística abierta a todos los fieles de Kiev presidida por el cardenal James Francis Stafford en la mañana del domingo, 12 de octubre. Durante la solemne clausura de este encuentro se hizo entrega de la Christifideles laici y un rosario bendecido por el Papa a todos los presentes a modo de viático, para proseguir el camino de testimonio y misión en el mundo.