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Mujer y trabajo desde el tiempo

Enrique Cases

Contenido

Mujer y trabajo desde el tiempo 1

Economía del espacio 1

Economía del tiempo 2

La feminidad creativa. 3


Leonardo Polo en su libro “Filosofía y economía”1 comenta el salto que se debe dar la para progresar y consiste en pasar de la economía del espacio a la economía del tiempo.

Su diagnóstico de la situación actual es que el descuido de los hábitos y la obsesión especialista, la subordinación del tiempo a la organización reticular (urbanismo, ecología, desarraigo, maltusianismo, enfrentamientos coloniales o imperialistas, zonas de influencia, apertura de mercados, autonomías regionales, apartheid, gulag) arrojan este balance: el atasco. Estamos atascados en casi todos los campos. El atasco produce bulla, reacciones inconexas. El futuro no se mira de cerca, aunque haya prospectivas. El mareo se compensa con la prisa, pero no se avanza un paso. Los éxitos parciales se copian enseguida, las fórmulas se agotan y así se va de acá para allá como reclutas en un patio sin encontrar un rumbo que relance.

Hemos descuidado la organización del tiempo humano; padecemos déficit de libertad ética… Los políticos hablan de falta de proyectos sugestivos y de la necesidad de despertar la esperanza, pero sus intentos en esta materia no pasan de suscitaciones fantasmales o se ven obligados a la programación total. La planificación fuerza las cosas, no las fomenta, no las ayuda a crecer; no es esperanza sino desesperación. Las esperanzas solo valen para agentes responsables, pero las esperanzas estatales niegan este supuesto. La política necesita encontrarse con las realidades que es incapaz de crear. Gobernar hombres libres tiene interés, mandar esclavos no lo tiene, ni siquiera es mandar…

Economía del espacio. La organización espacialista no puede ser enteramente libre. Las frustraciones del siglo XX responden a que no existen espacios libres, territoriales o sociales, lo esencial es la red y el gasto de tiempo. Se organiza matemáticamente, pero no se manifiesta toda la persona. El gasto lleva al desgaste y al desperfecto

Economía del tiempo. Ya no es algo pasado que se actualiza en el presente, sino algo abierto al futuro. No se trata de una predicción matemática –de ahí los continuos errores futuristas de los economistas- sino una apertura radical al futuro y eso solo es posible poniendo en el centro de la organización a la persona.

En la persona humana se distinguen cuatro trascendentales como el Verum, Bonum y Unum lo son en el Ser por esencia que es Dios, Estos son:

Luz transparente, conocer antes de haber conocido

Donabilidad, dar antes de haber dado

Sindéresis, aspiración al bien antes de haberlo saboreado.

Libertad apertura al futuro sin desfuturizarlo

Los cuatro trascendentales humanos actúan a una –convertuntur- en el alma humana. Al conocer se quiere, se elige lo bueno, se crea novedad y se ama, pero se distinguen en la intimidad del ser personal.

Veamos ahora la libertad. La libertad es omnipotencia que actúa según la propia naturaleza. La Omnipotencia divina solo tiene el límite de la contradicción y el absurdo. Es decir, abarca todos los posibles y sus manifestaciones principales son la creación ex nihilo, la nueva creación de la Resurrección y la apertura de la vida divina a la vida humana en la tierra por la gracia y el Cielo como vida en Dios, que es la gloria. La persona humana es constitutivamente creativa y no solo repetitiva.

En la organización empresarial o política colocar la persona humana en el centro lleva a abrirse a la creatividad humana, abrirse al futuro. El malestar de nuestro tiempo responde a que el Estado impide esta creatividad invadiéndolo todo como un Leviatán. La empresa ha sabido superar mejor esa invasión. La economía espacial se advierte, por ejemplo, la organización de producción masiva, almacenes de stocks, publicidad y venta es espacial. La empresa temporal en otros que se enriquecen rapidísimamente como la organización de Zara y los coches a medida, y muchos más que ya incluyen la creatividad de muchos en el centro y no solo el quehacer mecánico y frustrante. El dinero, que es confianza y trabajo humano, fluye como expresión cuantitativa de una nueva riqueza cualitativa y personal.

La libertad reside en el ser personal y es lo único creativo


La feminidad creativa.

Veamos ahora a la mujer en el trabajo. La unidad con el varón es total en humanidad con diferencias personales que se manifiestan en el alma –inteligencia, emotividad y cuerpo–. Varón y mujer son iguales en el Ser, también en ser seres relacionales SER-CON, pero varían pudiéndose distinguir al varón como SER-CON-DESDE – de la mujer SER-CON-EN. En la medida en que se desarrolle esta igualdad en la dualidad se podrá organizar mejor el trabajo.

“¿En qué consiste ser hombre, varón y mujer? Cada día se incrementan los datos provenientes de las ciencias biológicas, de las sociológicas y culturales2. Y sigue vigente el diagnóstico antropológico hecho por Max Scheler en 19503. El uso abusivo del masculino lo ha devaluado porque puede ser usado en cierto modo como si fuera un “neutro” asexuado; cuando no se quiere especificar, por ejemplo, si un profesional es varón o mujer, basta usar el masculino. Pero la realidad es más rica. La condición sexuada es el todo de cada ser humano. No se puede ser hombre sin ser o varón o mujer. La condición sexuada no puede separarse de la persona ni de la personalidad

Es difícil escapar totalmente de les estereotipos y clichés culturales que desdibujan lo permanente del ser humano. Varón y mujer – mucho más iguales que distintos – participan de la misma naturaleza y tanto en el cuerpo como en la psique están constituidos con los mismos elementos. La diferencia – que los genetistas calculan en un 3% - estriba en las proporciones, con la característica de que se encuentra en todas las células y lo tiñe todo, también la psique. Desde el punto de vista psicológico Gray ha puesto de manifiesto en su estudio Los hombres son de Marte, las mujeres de Venus, que diferencias aparentemente contrapuestas – motivo en no pocos casos de faltas de entendimiento y desacuerdos – vienen a ser, en el fondo, dos manifestaciones de una misma tendencia, vivida con matices propios4.

Juan Pablo II afirma que «feminidad y masculinidad son entre sí complementarias no sólo desde el punto de vista físico y psíquico, sino ontológico. Sólo gracias a la dualidad de lo “masculino” y de lo “femenino” lo “humano” se realiza plenamente»5. La complementariedad biológica, empezando por el cromosoma 23 hasta la diferente configuración del cerebro, da lugar a la fecundidad procreadora. Es conocida también la complementariedad psicológica. Dentro de ella Jung explicó que los sexos son complementarios no sólo entre ellos sino también dentro de sí mismos. Descubrió que la psicología masculina tiene una vertiente femenina, a la que denominó el «anima»6, con su capacidad de ternura y de estar en los detalles. Y las mujeres poseen el «animus», con una capacidad de fortaleza con características propias y en ocasiones superior a la masculina. Dicho con otras palabras, se podría decir que cada ser humano, sea varón o mujer, está llamado a realizar una personalidad humana completa, abarcando todas las virtudes, las que tradicionalmente se han atribuido a los varones y las que se han asignado a las mujeres. Un varón que fuera sólo masculino caería en la agitación orgullosa, en un vacío de interioridad, en una simplicidad empobrecedora. Una mujer sólo femenina correría el riesgo de volverse infantil, frívola y complicada. Charles Möeller recogiendo el pensamiento de Buytendijk y Frank-Duquesne lo expresa con claridad: «el hombre es una “existencia dual”; es proyecto, impulso, estallido creador de técnicas, ..., y a la vez, presencia amante, coexistencia, ser-con, simpatía, ternura, amor y adoración. Sin la potencia del surgimiento “paternal” la existencia recaería en el nivel de un estrato inmóvil...; pero sin “ternura femenina” la existencia ya no sería más que inquietud perpetua, movimiento incesante de un extremo a otro, existencia traqueteada día tras día, fugitiva de sí misma y de la realidad. Justificaría la definición con que termina Sartre L’Être et le Néant: “El hombre es una pasión inútil”»7.

La fecundidad de la complementariedad es obvia en lo biológico y en lo familiar, pero cada vez se manifiesta más en las tareas profesionales. Pondré sólo un ejemplo de un reciente relato. Se trata de una galerista de éxito que contaba en su trabajo con una valiosa aportación masculina: «Recuerdo bien nuestros encuentros -escribe-. Yo llegaba hasta él cargada interiormente de lo que había pensado y trataba de explicarle lo mejor posible por qué me parecía oportuno ocuparme de un cierto tema o de un artista en particular: qué me había cautivado, qué pensaba respecto a lo que podía cautivar a los demás. Él, visionario como era, recogía lo apuntado por mí y despegaba. Tomaba mi idea y, por decirlo de algún modo, la hacía florecer, la desarrollaba, la embellecía, la perfeccionaba y, a continuación, me la relanzaba, para que a mi vez interviniese de nuevo. Aquellos encuentros eran gozosos y productivos»8. Un modo de describir la fecundidad de una relación profesional heterosexuada vista desde una mujer.

1 Leonardo Polo Filosofía y economía. Ed eunsa 2012

2 Citando algunos: FAUSTO-STERLING, A., Myths of Gender: Biological Theories on Women and Men, 1988, New York: Basic Books; MOIR, A., and JESSEL, D., The real difference between men and women, ed. Michael Joseph by Penguin Group, London 1989. VAN DEN WIJNGAARD, A. , Reinventing the Sexes. Feminism and Biomedical Construction of Femininity and Masculinity, 1991, University of Amsterdam; LORBER, J. and FARRELL, A. S. (eds), The Social Construction of Gender, 1991, Sage Publications, California, London.

3«Poseemos una antropología científica, otra filosófica y otra teológica, que no se preocupan una de la otra. Pero no poseemos una idea unitaria del hombre. Por otra parte, la multitud siempre creciente de ciencias especiales que se ocupan del hombre, ocultan la esencia de éste mucho más de lo que la iluminan, por valiosas que sean. Si se considera, además, que los tres citados círculos de ideas tradicionales están hoy frecuentemente quebrantados, y de un modo muy especial la solución darwiniana al problema del origen del hombre, cabe decir que en ninguna época de la historia ha resultado el hombre tan problemático para sí mismo como en la actualidad»: SCHELER, Max, Die Stellung des Menschen im Kosmos, 1928. Trad. cast.: El puesto del hombre en el cosmos, Trad. José Gaos, 6ª ed., Losada, Buenos Aires 1967, p. 24.

4 GRAY, John, Los hombres son de Marte, las mujeres son de Venus, ed. Harper Collins, 1995.

5 Carta a las mujeres, 1995, n.7

6 Cfr. JUNG, Carl Gustav, Los arquetipos y el concepto de anima, en Arquetipos e inconsciente colectivo, ed. Paidós, Buenos Aires 1981, pp. 49-68.

7 Cfr. MÖELLER, Charles, Literatura s. XX y Cristianismo, 5ªed., Gredos, Madrid 1970, t.V. p. 251.

8 BORGUESE, Alessandra, Con ojos nuevos, ed. Rialp, Madrid 2006, p. 57. 

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