Con ocasión de la beatificación del papa Juan Pablo II, “WYD Magazine” ha dirigido algunas preguntas a S.Em. el Card. Stanislaw Rylko, presidente del Consejo Pontificio para los Laicos, que ha conocido desde joven a Karol Wojtyla y ha sido durante muchos años su colaborador.
Eminencia, el próximo 1 de mayo Juan Pablo II será proclamado beato: la XXVI Jornada Mundial de la Juventud lo tendrá como uno de sus patrones. ¿Qué espera de su intercesión para los jóvenes que irán a Madrid?
«Pienso que la beatificación de Juan Pablo II será un hito importante en el camino que guiará a tantos jóvenes a Madrid. Personalmente espero que, mediante la oración, se les ayude a los jóvenes, que se reunirán en la capital española, a que recuerden y redescubran todo lo que Juan Pablo II les ha dicho a lo largo de su pontificado. No dudo que, gracias a su intercesión, tantos jóvenes recibirán la gracia de una mayor conciencia de su vocación cristiana y que serán iluminados para poder discernir el proyecto que Dios tiene de su vida, hasta madurar decisiones hacia el sacerdocio ordenado o a la vida consagrada. Por último, como ya hemos podido ver en las JMJ de Colonia y Sydney, Juan Pablo II sin duda preparará el camino a Benedicto XVI y hará que los jóvenes abran el corazón y la mente a las palabras del actual Pontífice».
Usted ha conocido a Karol Wojtyla desde la época de sus estudios en el seminario y ha recibido de él la ordenación sacerdotal en Cracovia. Llamado a Roma, ha colaborado durante mucho tiempo con Juan Pablo II en diferentes tareas. ¿Cuál es su recuerdo personal de Juan Pablo II?
«No escondo mi emoción cuando pienso que la Divina Providencia me ha permitido estar al lado del beato Juan Pablo II desde los tiempos de Cracovia y después durante su Pontificado en Roma. Los recuerdos son numerosos… No obstante, pensando en particular en las JMJ, me vienen a la mente gestos y palabras de Juan Pablo II dirigidos a los jóvenes. Recuerdo su amor apasionado por ellos, su alegría de estar con ellos y escucharles, su afán por comunicarles la belleza del encuentro personal con Cristo, la capacidad de educarles y formarles en la fe… Este Papa ha sido un verdadero amigo de los jóvenes, un “amigo exigente” como él mismo decía. Todo esto ha caracterizado toda su vida, como joven sacerdote en Cracovia y después como Vicario de Cristo».
El papa Juan Pablo II le dio como primer encargo en Roma la Sección Jóvenes en el Consejo Pontificio para los Laicos y usted ha sido el organizador de algunas de las primeras Jornadas Mundiales de la Juventud: Santiago de Compostela (1989), Czestochowa (1991) y Denver (1993). ¿Nos puede contar cómo nació la idea de estos encuentros? ¿Cuáles fueron las expectativas del Santo Padre en relación a los jóvenes que participaron en ellas?
«La intuición de Juan Pablo II ha sido verdaderamente providencial. Él comprendió que el período de la seducción de las ideologías ateas y de las utopías había pasado y que emergían, desde finales de los años setenta, nuevas generaciones que corrían el riesgo de ser huérfanas – sin padres ni maestros –, prisioneros de las corrientes culturales de la sociedad de consumo. Por ello, no tuvo miedo de mostrar Cristo a los jóvenes, de pedir a los jóvenes que siguieran a Cristo, de invitarles a construir su vida sobre la roca que es Cristo, de hacer que participaran en su Cuerpo que es la Iglesia. Estaba convencido de que sólo Cristo es el camino de la verdad, del bien y de la felicidad para los jóvenes».
Juan Pablo II se entregó en modo extremamente generoso durante su pontificado: es incalculable el número de personas con las que se encontró, y desde los primeros días después de su elección favoreció el encuentro con los jóvenes. ¿Qué recomendaría a un joven que hoy quisiera conocer y “encontrarse” con el beato Karol Wojtyla?
«Naturalmente uno puede invitar a los jóvenes a que lean una de las numerosas biografías publicadas sobre él en estos años. Pero para poder “encontrar” al papa Wojtyla como “amigo de los jóvenes” hay un texto muy singular; es la “Carta apostólica a los jóvenes y a las jóvenes del mundo” de 1985. Pienso que ésta contiene todo el amor del Papa por los jóvenes, un amor pleno de la caritas Christi. Ahí el Papa recuerda el episodio del joven rico, rico de su juventud, que se encuentra con Jesús precisamente en esa fase transitoria de la vida, pero brillante, en que emergen las grandes preguntas del corazón, se asumen las elecciones decisivas y se define el camino de la vida. El evangelista comenta que, ante todo, amó a ese joven. Aquí vemos que sobre todo está el amor, antes de cualquier diálogo o doctrina. Creo que los jóvenes que se han encontrado con Juan Pablo II ante todo han sido tocados por su amor, han sido abrazados por su mirada. Esta Carta ha sido un hito en el diálogo entre Juan Pablo II y los jóvenes, un diálogo que posteriormente ha recorrido todo el pontificado. Por ello, recomendaría a todos los jóvenes a que lean esta Carta como si estuviera dirigida personalmente a cada uno de ellos. Una última sugerencia es la de escuchar los testimonios de aquellos que han podido conocer más de cerca a Juan Pablo II y le han seguido en las JMJ con fidelidad y entusiasmo. ¡Son tantos los jóvenes que han descubierto la alegría y le belleza de ser cristianos precisamente después de haber participado en las extraordinarias Jornadas Mundiales de la Juventud!».