Ángeles Galino, una fiel laica que ha dejado huella en la historia

Angeles Galino

Stanisław Card. Ryłko

Hace un año, el 8 de marzo de 2014, falleció en Madrid Angeles Galino Carrillo, a la edad de 98 años; había nacido en Barcelona el 17 de agosto de 1915. Fue una mujer de fe que ha abierto surcos y ha dejado huella en la historia de la humanidad. Ángeles Galino ha sido pionera en la presencia femenina en la universidad española. Su vocación a la educación la desarrolló participando el gran movimiento educativo que san Pedro Poveda (1874-1936), fundador de la Institución Teresiana, canonizado por el beato Juan Pablo II en 2003, había inspirado en España en las primeras décadas del siglo XX. Desde su identidad laical y su condición femenina ha sabido dar un extraordinaria contribución a la sociedad y a la Iglesia de aquel tiempo.

Ángeles Galino fue la primera mujer en España en acceder a una cátedra universitaria por oposición. Obtuvo en 1953 la cátedra de Historia de la pedagogía e Historia de las instituciones docentes hispanoamericanas en la Universidad Complutense de Madrid, donde enseñó hasta su jubilación en 1983.

En estos momentos de emergencia educativa, la figura educadora de Ángeles Galino constituye una referencia imprescindible. En la investigación y en las aulas se esforzó en conjugar humanismo cristiano y pedagogía, desarrollando el pensamiento y el estilo educativo del sacerdote y pedagogo san Pedro Poveda.

Diversas generaciones de discípulos se reconocen en su exigente, y a la vez significativa, manera de ejercer la vocación educadora e investigadora de Ángeles Galino, tanto en la Universidad Complutense de Madrid y otros países, como en los tiempos de sus estudios en Alemania en los años 1942-1945. Ángeles Galino ha contribuido con la reflexión y la acción concreta a construir puentes entre países y culturas. A través de organizaciones y programas internacionales se implicó fuertemente en el reconocimiento de la dignidad de toda persona y cultura.

La vinculación con la pedagogía latinoamericana ha sido otro de los ejes de su vida profesional. Conocedora de las realidades educativas de este continente, y sensible a las desigualdades sociales y al problema de la falta de justicia, Ángeles Galino, ha sostenido la línea de la pedagogía social, como una mediación para la formación de líderes populares y sociales, siempre en el ámbito de una perspectiva cristiana. Como profesora visitante en universidades de Brasil (1954), Costa Rica (1954), Chile (1964), Perú (1991), Argentina, ecc., promovió el reconocimiento de las culturas autóctonas y la promoción intelectual de la mujer como fundamento de la educación de los pueblos. Fue además delegada de la UNESCO para la planificación de Facultades de pedagogía en Brasil, y formó parte de la Comisión de intercambio cultural entre España y Estados Unidos, del Ministerio de Educación y Ciencia (1971-1973).

Su huella en la historia se reconoce en la contribución al desarrollo y difusión de un pensamiento pedagógico que ayuda a cada ser humano a ser más persona, que promueve la dignidad humana y social, que afirma que es posible salir al encuentro y ofrecer soluciones a los problemas de la sociedad en clave educativa, como lo había hecho san Pedro Poveda a comienzos del siglo XX. En esta línea cabe recordar su contribución esencial en el modelo de educación personalizada, en torno al cual generó un movimiento de formación del profesorado.

Ángeles Galino, convencida de que la educación es capaz de transformar la sociedad, dio su propia contribución también en la acción política en España, participando en la elaboración de leyes de mejora educativa y de igualdad de oportunidades en todos los sectores de la sociedad. Fue Consejera de número del Consejo Nacional de Educación (1959-1963). Formó parte en los trabajos de preparación de la Ley General de Educación y Financiamiento de la Reforma Educativa en España (1970), en un momento de búsqueda de calidad educativa en su país, cuestión de gran actualidad. Entre los años 1969 y 1971 fue Directora General de Enseñanzas Media y Profesional, y Directora General de Ordenación Educativa de 1971 a 1973, para el desarrollo de las disposiciones complementarias de dicha ley. Ángeles Galino presidió el patronato del Centro Nacional de Investigaciones Educativas (CENIDE) y colaboró como vocal del Consejo Superior de Protección de Menores en representación del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) (1965-1974). Fue también presidenta y miembro fundador de la Asociación “Amistad Universitaria”, constituida por mujeres universitarias de España entre 1956 y 1973.

Su contribución a la vida de la Iglesia no fue menos significativa. Promovió el movimiento asociativo laical en todos los campos. El Consejo Pontificio para los Laicos solicitó su colaboración en numerosas ocasiones, y el beato Juan Pablo II la nombró Consultora de este Dicasterio de la Curia Romana en 1988. Ángeles Galino participó en el Sínodo de los Obispos de 1987, sobre la vocación y misión de los laicos en la Iglesia y en el mundo, llevando su reflexión y experiencia para el desarrollo de un laicado consciente de una misión específica "en el corazón del mundo". Fue una mujer con profunda experiencia de fe, que vivió el “humanismo verdad” que nace de la Encarnación, con un hondo sentido de pertenencia eclesial, inspirado en santa Teresa de Jesús. La Conferencia Episcopal Española distinguió a Ángeles Galino en 1997con el premio ¡Bravo! por su contribución a las relaciones fe-cultura,

Entre 1977 y 1988 Ángeles Galino fue Directora General de la Institución Teresiana, una asociación de fieles laicos formada por hombres y mujeres que buscan unir la fe y la ciencia por medio de la educación y la cultura. Impulsó la obra fundada por san Pedro Poveda en los cuatro continentes donde está actualmente presente. Amó a la Iglesia y se sintió hija suya hasta el final de su vida, cuando aconsejaba a los jóvenes a mantenerse fieles en la oración, como única fuerza en el camino de la vida.

Quienes la han conocido coinciden en destacar la delicadeza en el trato y la finura con la que exponía su ideas, al tiempo que la claridad en los criterios con las que impartía cátedra o tomaba decisiones. Es reconocida como maestra de humanidad y testigo de profesionalidad desde su cátedra; formadora de personas más que de alumnos que hoy constituyen generaciones de pedagogos formados en su escuela; fue guía y maestra espiritual.

San Pedro Poveda escribió en 1925 el perfil de las personas que como Ángeles Galino viven plenamente la vocación cristiana que deriva del bautismo: «Los hombres de Dios y las mujeres de Dios son inconfundibles. No se distinguen porque sean brillantes, ni por lo que deslumbran, ni por su fortaleza humana, sino por los frutos santos, por aquello que sentían los apóstoles en el camino de Emaús cuando iban en compañía de Cristo resucitado a quien no conocían, pero sentían los efectos de su presencia». Estas son las personas que dejan una huella profunda en la historia de la humanidad, que han sido capaces de vivir en el seguimiento del evangelio de Jesús.

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